El valor de la diagonal en el delantero centro
En el juego del fútbol, siempre se ha hablado de los comportamientos que podemos dar o buscar para generar o eliminar ventajas a partir de los distintos ejes que estructuran el campo.
El eje longitudinal, que nos habla de la profundidad ofensiva o defensiva de un equipo; y el eje transversal, en el que tratamos la amplitud de un equipo.
Pero, en muchos casos, olvidamos los ejes diagonales.
Los olvidados, y sin embargo, los más determinantes. Si lo analizamos con detenimiento, es precisamente en los ejes diagonales donde se pueden extraer las mayores ventajas posicionales a partir de crear diferentes trayectorias respecto al balón.
La diagonal, en definitiva, es el espacio donde se cruzan la profundidad y la amplitud, y donde se genera la mayor cantidad de ventajas posicionales posibles.
En esta publicación voy a tratar distintas situaciones del juego en las que una ubicación diagonal o una búsqueda de la trayectoria en diagonal respecto al poseedor del balón genera, para el delantero centro, una gran cantidad de ventajas determinantes para superar a los defensores rivales.
Recepciones en la diagonal (ataque posicional)
Separarse sobre la misma línea defensiva, buscando ubicarse en diagonal al poseedor del balón para anticipar la siguiente acción.
Esta siguiente acción puede ser la recepción de un jugador libre a la espalda de la línea de medios, reconociéndose como tercer hombre para atacar la profundidad.
Si el delantero está ubicado en diagonal respecto a él, podrá recibir el balón atacando la espalda de la línea defensiva a partir de un movimiento circular, fuera del campo visual del defensor más cercano.
Es relevante posicionarse lateralmente en contra de los defensores que basculan o están fijados por balón, de forma que el control orientado del delantero sea hacia portería.
Es importante reajustar constantemente la ubicación, buscando esta trayectoria en diagonal respecto al poseedor.
De estas situaciones se deriva la clásica ruptura del delantero a la espalda del central cercano, donde el atacante busca ubicarse con el central alejado (en diagonal al balón) para mantener la posición ganada ante una posible ruptura al espacio.
2. Facilitar rupturas desde la ubicación en diagonal (ataque posicional)
Ubicarse fijando al central alejado, con capacidad para arrastrar al defensor y generar espacio para compañeros.
Este movimiento facilita la ruptura del jugador ubicado en intermedias (entre central y lateral alejado)
El delantero, en este caso, actúa como generador de ventajas indirectas, manipulando la estructura defensiva rival.
3. Carreras en diagonal hacia el central alejado (ataque vertical)
En ataques verticales (situaciones de ataque a llegar que se producen al superar la primera línea de presión y disponer de ventajas para buscar atacar la portería rival)
Se producen en ataques verticales o ataques a llegar, tras superar la primera línea de presión y disponer de ventaja para atacar portería.
El delantero arranca la carrera en diagonal hacia el central alejado, eliminando referencias al central cercano, que suele replegar en paralelo a la línea lateral, sin proteger su espalda.
Este movimiento genera un pasillo de pase por delante del central alejado, al que el delantero ataca en carrera.
Además, moviliza al central hacia el lado débil del campo (contrario a balón), aumentando la distancia entre centrales y ampliando este espacio de remate por delante del defensor.
Sobre este espacio, el delantero decide cuándo atacar o no, sabiendo que el defensor tendrá dificultades para anticipar, al tenerlo fuera de su campo visual.
4. Atacar la espalda del defensor en diagonal (momento de recuperación)
Se asemejan a las situaciones de ataque vertical, pero con una diferencia: el defensor está en mayor desajuste e inestabilidad, con menos tiempo de corrección y menor lejanía del balón.
El balón focaliza la atención de los defensores, y el delantero aprovecha para moverse en diagonal atacando la espalda del defensor alejado del balón.
El objetivo es alejarse o separarse del balón para ubicarse fuera del campo visual del defensor.
Este movimiento también permite liberar espacio para los recuperadores, mediante movimientos circulares que abren la diagonal de pase al poseedor.